12 de marzo de 2015

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                                                       A Duque, mi compañero desde que llegué a este país.


Perro espía, perro dragón, ya duerme cobijado por la tierra que lo vio crecer. Ahí lo dejamos como un ovillo, canela suave, bajo campanas rojas que yo misma sembré para que llamaran a la vida. Alrededor suyo todo abunda: crece el maíz, el limón dulce, la naranja malagueña, el delicioso aguacate, las cerezas. Huele a piña, a sol, a tierra mojada. “Perro ferveroso de tierras tropicales”: nunca pensé que nunca.

El ojo que todo lo ve no me sigue más. La visión retorna hacia donde todavía se sienta junto a mí cada día, donde tiembla con el trueno o espera en silencio a que vos le entregues el corazón del mango. Cada imagen deposita a su lado una nueva y atraviesa todas las demás. Una, como un futuro imposible, me llena de sal y agua. Yo quería llevarte a conocer el mar.