4 de septiembre de 2021

 I

Hijo, nosotros no tuvimos la hora sagrada
esa fiesta sensorial 
en que vuelven a fundirse 
una madre y su recién nacido

En nuestro primer encuentro 
busqué tu mirada a través de la incubadora 
y no sentí la conexión que dicen que ocurre
Apenas podía mantenerme de pie
estaba en shock
extraviada en mi nueva vida

Durante semanas
mis manos se vistieron de latex para tocarte
tu piel necesitaba tiempo
como las cicatrices de mi vientre

Cuando al fin pude tomarte en mis brazos
te saqué de la incubadora con temor
los cables y las sondas daban la distancia
de nosotros en el mundo
hacía malabares para sentarme en esa silla plástica
que es igual a montones de sillas
y que no elegiría nunca para un encuentro

Aquella vez no te besé
aún sentía que debía pedir permiso
como si todavía no fueras mío
y los gestos más elementales del amor 
no hallaran su forma

II
Desde el momento cero
te hablé de la manera más dulce que soy capaz
busqué las palabras con las más altas vibraciones
enhebré a toda nuestra familia en el relato
y otras cosas que creí importantes
te canté las canciones que sé y las que no sé
y con una sabiduría recién estrenada
creí sostener así nuestras vidas

Mi voz fue mi piel 
el latido de mi corazón
mi olor
lo que detiene el llanto
la presencia
todo lo que es

Mi ofrenda

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