Una vez me dijeron que existía un punto de flexión, un extremo terrible, de quiebre, donde las pasiones en cenit insoportable y el tiempo -o el destiempo, la desesperación- se volcaban en acciones, copulaban. Del verso al acto. De tus palabras a mi costado florido de manos, de sexos.
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Pero nosotros bien supimos caernos antes de llegar a esa bella muerte. Era como si jugáramos al viejo juego de la silla, como si nos hiciéramos bromas torpes y cuando el otro se quería sentar, cuando el otro quería acurrucarse, entonces le quitábamos la silla y caía al suelo. Siempre así, turnándonos, una vez cada uno: huídas mías para ausencias tuyas; escenitas histéricas de ella para la muerte de él, en él.
Pero nosotros bien supimos caernos antes de llegar a esa bella muerte. Era como si jugáramos al viejo juego de la silla, como si nos hiciéramos bromas torpes y cuando el otro se quería sentar, cuando el otro quería acurrucarse, entonces le quitábamos la silla y caía al suelo. Siempre así, turnándonos, una vez cada uno: huídas mías para ausencias tuyas; escenitas histéricas de ella para la muerte de él, en él.
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Nunca culminábamos en nada, prolongábamos los espacios hasta que alguno de los dos decía: basta! y entrábamos en un nuevo ciclo de sillas, de escenas vacías. En ese llanto mío. Yo. Magdalena. No por lo puta, claro.
Nunca culminábamos en nada, prolongábamos los espacios hasta que alguno de los dos decía: basta! y entrábamos en un nuevo ciclo de sillas, de escenas vacías. En ese llanto mío. Yo. Magdalena. No por lo puta, claro.
ehhh !! reencontrarlo después de tanto. suerte que tengo guardados tus blogs antes de sus múltiples explosiones (aunque ahora me haya explotado la compu: volverá, y será vaivén)
ResponderEliminartan delicadita, ella. "no por lo puta, claro"
i love it
¿explotó y estás?
ResponderEliminar!espíritu santo!
mis explosiones fueron
mucho ruido y pocas nueces
entre otras cosas)
vendrá el libro
para exorcizar