No sé. Me propuse no volver la cabeza para que nada nos hiciera regresar.
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Olga Orozco
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No sé qué hacer conmigo. Explotar sin luces. Caerme dentro. Lastimarme las manos con las puertas. Cualquier cosa terrible. Tan sumida que me rompen si me hablan.
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Subo a los colectivos, me siento donde puedo abrir ventanillas y dejar al viento que "llevate esto, llevalo". No es más que él y pasa. Prefiero esa mujer en el asiento de adelante, así no me reflejo en el espejo del chofer. Un ojo atento lo notaría. Vamos, no estás, "siempre despierta". Sube y no me ve. Bajo y duerme.
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Llevalo porque si volviera no quisiera irme nunca. No es falta de amor, sino exceso. Miedo de volver que no se bate enfrentándolo. También tengo mis infiernos: la que no es piedra. Superada ni un poco. Quizás mi última respuesta es armadura. Con vos o sin vos es difícil. Lo único que aprendí es mantenerme a la distancia y callada. Después de todo, es mucho y lo que tengo. Un espacio vacío que intenta abrirse. No sé cómo explicarlo, digamos que tu viaje quemó los puentes. Me dejaste sola. Me habías dicho hasta dónde, cuánto, pero eran la d y la o, y el acento, la n..... El viaje y los gestos, no. Una demostración inconfundible. Los gigantes unidos, amén. El fondo. Cuando volviste, no me preguntaste qué sentía, me tapaste la boca con "no vamos a hablar de nosotros". Cambiaste los caminos narrativos, los torciste. !Qué linda con un moño en el cuello! !Qué ridícula! Tampoco aceptaste la ofrenda. ¿No era eso lo que querías? ¿el cuerpo?
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Etc
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Etc
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No hay nada que hacer conmigo
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.Mientras escribo, lo amarillo cae.
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Desnudez