4 de octubre de 2014

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Salíamos del bosque. Yo todavía jugaba a la esperanza y buscaba el único árbol que nos llevaría, en sentido ascendente, hacia él. No habíamos terminado de inventar la historia por la cual nuestro encuentro con aquel animal efectivamente sucedía, cuando -de pronto- la futura mentira se hizo verdad.

"No me muevo de acá hasta que se vaya", mentí otra vez, como si hubiera opción. Hipnotizada, atrapada, me sumergí en la contemplación.
Sobre una rama, en tan leve existir, mágnifico, el quetzal. Ave venida de otro mundo para edificar la belleza. Esmeralda, escarlata, a cada movimiento parecía ser uno y otro, sin abandonar jamás el misterio.

Silencio



*Publicado en La Quimera

27 de marzo de 2014