30 de noviembre de 2011

vos

Dándome un abrazo, caminando adelante mío para ofrecerme tu mano cuando intento subir una montaña, defendiéndome de algunas sombras. En mis sueños sos la exacta continuación de este lado del mundo.

17 de noviembre de 2011

Epígrafe sin texto

Más cuídate del agua, del amor y del fuego

Olga Orozco
Asientos de a dos pero cada uno solo. Quien va atrás canta. Sé que está cantando, pero no alcanzo a saber cuál canción. Si me sentara con él, seguramente se callaría.


Esto en tantas cosas.

16 de noviembre de 2011

La belleza otra vez

"Dejé un juanelino que me hizo pensar en vos. Creo que cuando la gente descubre algo bello y piensa en vos, es que tenés algo que ver con la belleza."

14 de noviembre de 2011

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A veces me olvido de todo lo que desaprendí y comienzo con las repeticiones, con el drama. Auto-stop. Busco cualquier cosa que me serene, que me devuelva donde estoy: rozar yema con yema, rozar la yema de los dedos con los labios. Regreso por el tacto.

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Reírme de mí: por ejemplo, de la cantidad de colores con los que me visto al mismo tiempo y lo atípico de las combinaciones. Ni hablar de los motivos de mis medias. Desde lejos se me ve.

O de madre cuando ve vidrieras (yo camino a su lado) y me dice: "te regalo lo que quieras, pero que no sea negro." En su mayor amplitud: "comprate lo que te guste, excepto libros."


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Lo poco que necesito para estar contenta últimamente. Hoy me acordé de los animales. Estuve no sé cuánto tiempo parada en la góndola de los fideos, al frente de un paquete repleto de animalitos. Viendo cuáles había e imaginándome mientras tomaba esa sopa o metía algunos en un sobre y los mandaba por correo. Son fantásticos.

Ya me pasó con las verduras. Me enamoré de todas ellas. La vez pasada un señor creyó que mi detenimiento frente a las paltas era indecisión, eligió una y me la dió. Ternura, también.


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Hasta se me dio por la sociabilidad. Hay personas que no conozco y me saludan y respondo como si las conociera. Por si acaso suceda más tarde. En el barrio, una chica que se va a la escuela. En el colectivo, alguien que baja en ciudad universitaria conmigo. Saludo a todos los choferes de colectivo, con especial énfasis a los caracúlicos. Mirame cuando subo. Soy la que cierra los ojos para ver los colores que al negro da el sol.



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Hablar lo necesario. Entro a esa oficina por quichicienta vez y ella me pregunta ¿Sos María José? -No.

Y la dejo esperando en un silencio bastante ridículo.


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Cuando me cuenta sus problemas, solamente escucho. Si quiere saber qué pienso, me preguntará. Eso de andar dando opinión de todo, sin que te lo pidan, ya no me va. De sugerir cuando no te llaman. Dejo lo mío a un lado y acompaño.

10 de noviembre de 2011

Me olvidé cómo se tira el I ching

Mis problemas de memoria y/o personalidad múltiple son reales y graves
¿Podré llegar a ser Madame Gabí?


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Anónimo dijo...

"en una sensibilidad de menos de un metro cuadrado"


te mandé mail chino

7 de noviembre de 2011

Salvando las abisales diferencias:

Callamos, decía Sor Juana, no porque no tengamos nada que decir, sino porque no sabemos cómo decir todo lo que quisiéramos decir. El silencio humano es un callar y, por tanto, es implícita comunicación, sentido latente. El silencio de Mallarmé nos dice nada, que no es lo mismo que nada decir. Es el silencio anterior al silencio.

Octavio Paz.