14 de noviembre de 2011

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A veces me olvido de todo lo que desaprendí y comienzo con las repeticiones, con el drama. Auto-stop. Busco cualquier cosa que me serene, que me devuelva donde estoy: rozar yema con yema, rozar la yema de los dedos con los labios. Regreso por el tacto.

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Reírme de mí: por ejemplo, de la cantidad de colores con los que me visto al mismo tiempo y lo atípico de las combinaciones. Ni hablar de los motivos de mis medias. Desde lejos se me ve.

O de madre cuando ve vidrieras (yo camino a su lado) y me dice: "te regalo lo que quieras, pero que no sea negro." En su mayor amplitud: "comprate lo que te guste, excepto libros."


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Lo poco que necesito para estar contenta últimamente. Hoy me acordé de los animales. Estuve no sé cuánto tiempo parada en la góndola de los fideos, al frente de un paquete repleto de animalitos. Viendo cuáles había e imaginándome mientras tomaba esa sopa o metía algunos en un sobre y los mandaba por correo. Son fantásticos.

Ya me pasó con las verduras. Me enamoré de todas ellas. La vez pasada un señor creyó que mi detenimiento frente a las paltas era indecisión, eligió una y me la dió. Ternura, también.


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Hasta se me dio por la sociabilidad. Hay personas que no conozco y me saludan y respondo como si las conociera. Por si acaso suceda más tarde. En el barrio, una chica que se va a la escuela. En el colectivo, alguien que baja en ciudad universitaria conmigo. Saludo a todos los choferes de colectivo, con especial énfasis a los caracúlicos. Mirame cuando subo. Soy la que cierra los ojos para ver los colores que al negro da el sol.



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Hablar lo necesario. Entro a esa oficina por quichicienta vez y ella me pregunta ¿Sos María José? -No.

Y la dejo esperando en un silencio bastante ridículo.


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Cuando me cuenta sus problemas, solamente escucho. Si quiere saber qué pienso, me preguntará. Eso de andar dando opinión de todo, sin que te lo pidan, ya no me va. De sugerir cuando no te llaman. Dejo lo mío a un lado y acompaño.

2 comentarios:

  1. Estás muy Clarice, Gaby, dejando que la mirada haga más que las palabras. Dar a a esos ojos curiosos mucho poder. Qué hermoso. Te imaginé mirando la palta, observándola como quien mira a aquello a lo que nunca había reparado, y silenciándote ante esos momentos, ese silencio es muy tuyo. Desmedido silencio, amiga.

    Estás escribiendo, qué bien.

    Te extraño y te adoro!

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  2. ¡Entrañables y conmovedoras tus palabras, Verush! ¡Gracias!

    Estoy explorándome y a todas las personas gramaticales. Lo que cuento me ha sucedido así, hay cero invención literaria. En todo caso, está el deseo y la práctica de crearme a mí misma ahora en las olitas del amor.

    Y sí, el silencio es primordial. A veces es loco, estoy escuchando música y me doy cuenta de que prefiero el silencio. La apago y me quedo en él. Digo, cuando el silencio es nada más que silencio y no otra cosa.

    Estoy escribiendo, de unos años a esta parte estoy escribiendo. No he dejado de hacerlo. Sólo que prefiero dejar algunas cosas para mí, o buscar la intimidad donde me despliego mejor. Es una de las formas de explorar.

    Además, de no olvidar ciertas cosas... De a ratos me pega el temita de la memoria!

    abrazos de te quiero mucho
    y peces!

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