Lo he visto vendiendo caramelos en la entrada del Cine Teatro Córdoba. Toma el c4 en 27 de abril y "elige" el primer asiento. Tiene algo que me recuerda a mi tío, no sé si es exactamente físico.
Casi siempre es igual: cuando siente que estoy a su lado o detrás me pregunta la hora. En cada parada hace un ruido raro con su boca ¿cuenta? ¿identifica?. Cuando el colectivo dobla por ahí me pregunta ¿Estamos en Fleming? Y siempre le digo que sí. Me bajo y él sigue...
Podría ser yo o cualquier otra persona que ocupe esos lugares.
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Llevo décadas haciéndolo y el viaje es tan absurdamente largo, que algo hay que inventar. A veces juego a cerrar los ojos y seguir el camino con el recuerdo. En algún momento digo "debemos estar en tal lugar" y los abro para ver si es cierto. Desafortunadamente el acierto es una consecuencia de la costumbre y la domesticación.
¡Esto está muy bello, Carrión!
ResponderEliminar¡Chas gracias! Las historias de colectivo no tienen fin.
ResponderEliminarBesos, besos, besos